CUT cumple 31 años en el marco del centenario de la histórica FOCH

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“Cumplimos los 31 años en medio de cien años de sindicalismo organizado y nos pone en perspectiva de futuro reivindicando el pasado pero colocando al centro de las luchas, al sindicato como organización principal  de los trabajadores y a la Central Unitaria de Trabajadores, no solo como la central de trabajadores más representativa sino también la que carga con la historia de los trabajadores y trabajadoras chilenos(as)”

Así destacó el vicepresidente de Comunicaciones de la CUT, Eric Campos, el devenir histórico de la Central Unitaria de Trabajadores, que este 20 y 21 de agosto está cumpliendo su aniversario 31 luego que en Punta de Tralca en el año 1988, se constituyera el Congreso que refundó la Central Única de Trabajadores (1953-1973) con el nombre de Central Unitaria de Trabajadores, CUT Chile.

Campos, recordó que: “Este año, es un año especial para la memoria de los trabajadores porque cumplimos 110 años de la Gran Federación Obrera de Chile (1909) y que luego en 1919, toma el nombre de Federación Obrera de Chile (FOCH) donde la CUT encuentra sus raíces históricas”

Y es precisamente en este contexto de lucha y reivindicación de su 31° aniversario, que la CUT ha convocado para este miércoles 21 de agosto a lo largo del país, jornada de acción sindical para manifestar el descontento con las políticas regresivas en materia laboral que está impulsando el Gobierno de Sebastián Piñera: los proyectos de ley como el de modernización laboral, modernización de la Dirección del Trabajo y el de Sala Cuna Universal, son una muestra de las más brutal arremetida antisindical y anti-derechos de los últimos 40 años.

Breve historia de la CUT

La CUT, como central de trabajadores, tiene dos etapas en su historia. La primera corresponde a la Central Única de Trabajadores, que comprende el período 1953-1973; la segunda, la Central Unitaria de Trabajadores desde 1988 hasta la fecha.

Los antecedentes históricos de la CUT están vinculados a las necesidades materiales que desarrolló el proletariado chileno en el siglo XIX. Será el artesanado nacional el primer grupo de trabajadores en encontrar en las mutuales, el primer tipo de organización colectiva.

Las organizaciones y centrales sindicales que acordaron la fusión para la constitución de la Central Única de Trabajadores fueron:

  • Las dos facciones de la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH).
  • El Movimiento Unitario Nacional de Trabajadores (Munt) de carácter anarcosindicalista fundado en 1950, cuyo principal dirigente fuera Ernesto Miranda Rivas.
  • Comité Relacionador de Unidad Sindical (CRUS), fundado en 1950.
  • La Junta Nacional de Empleados de Chile (Junech), fundada en 1948
  • El Movimiento de Unidad Sindical (MUS), fundado en 1952.

Todas las organizaciones señaladas eran integrantes de la Comisión Nacional de Unidad Sindical (CNUS), creada en mayo de 1952.

La CUT se considera heredera de la Federación Obrera de Chile (FOCH) – fundada en 1909 con en el nombre de Gran Federación Obrera de Chile, pero que cambió a FOCH  en 1919 hasta 1936- y la CTCH, puesto que comparte los objetivos de unificar y aglutinar el movimiento obrero, sus demandas y derechos. Una de las primeras decisiones para evitar la división fue que la CUT nunca se afiliaría a ninguna de las tres centrales sindicales internacionales: la CIOSL, FSM y CISC, posterior CMT.

La CUT apoyó al Gobierno de la Unidad Popular que encabezó Salvador Allende hasta su derrocamiento el 11 de septiembre de 1973. El 4 de enero de 1972 fue promulgada la Ley N° 17.594, que concedió personalidad jurídica a la CUT y mecanismos de financiamiento para sus actividades. Además de concedérsele a la CUT la participación dentro del proceso de planificación económica nacional y la administración de las empresas. Sin embargo, este proceso de identificación con el apoyo al gobierno de la Unidad Popular tuvo sus problemas, más todavía cuando sus dirigentes pertenecían a los partidos que integraban la coalición de gobierno.

Tras el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 a la CUT le fue cancelada su personería jurídica por el Decreto Ley Nº 12 del 24 de septiembre de dicho año. De esta manera fue disuelta y requisados su bienes por la Dictadura de Augusto Pinochet.

En 1974 en París (Francia) fue creado el Comité Exterior de la CUT (Cexcut), integrado por Luis Figueroa (PCCh), Rolando Calderón (PS), Eduardo Rojas (Mapu), que serviría de vínculo entre el movimiento sindical en Chile y los organismos y partidos que solidarizan con la causa por volver a la democracia. Integró el Comité Político de la UP en el exterior hasta su disolución en 1980.

En 1979 el régimen militar restauró el derecho de los trabajadores a organizarse. Sin embargo, un conjunto de leyes conocidas como el “Plan Laboral”, había modificado significativamente las reglas del juego.

El Plan estableció cuatro pilares de mercantilización de la economía y, en definitiva, de la sociedad chilena. Entre ellas, la despolitización de los sindicatos, estableciendo como principio el desarrollo de un sindicalismo de mercado concordante con el modelo de desarrollo neoliberal que se estaba impulsando. En la práctica, esto se materializó en la eliminación de ciertos derechos conquistados las décadas anteriores.

Durante la dictadura militar, la principal tarea del movimiento sindical fue luchar por la restitución de la democracia. Sin embargo, también hizo intentos de unificar el disuelto movimiento sindical, a través de la Coordinadora Nacional Sindical (CNS) y el Comando Nacional de Trabajadores que terminó en la formación de la Central Unitaria de Trabajadores en el año 1988.

En sus inicios posdictadura, la CUT se desarrolló en el marco de un proceso latinoamericano de transiciones democráticas que buscaban dejar atrás años de dictadura y en diálogo con el orden neoliberal. Además, fue necesario adecuar el proyecto sindical a una nueva realidad, profundamente transformada en los últimos 20 años, con efectos radicales en la organización y funcionamiento de la economía y, en particular, en las relaciones laborales. No se trata, entonces, de la simple adaptación táctica al proceso de transición, sino de un profundo rediseño del proyecto sindical.

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