A 3 años de “Nos cansamos, nos unimos”, el movimiento que fue el punto de inflexión de la revuelta popular

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La CUT, en conjunto con 150 organizaciones y movimientos sociales, conformaron la Mesa de Unidad Social un día viernes 9 de agosto. De ahí en más se realizaron distintas manifestaciones que fueron incrementando por la revuelta popular del 18 de octubre de 2019. Esta historia que partió con una consigna terminó con la creación de una nueva Constitución.

Por Lucas G. Landa

Era 2019 y el gobierno de Sebastián Piñera iba en picada, sin saber que meses después se desplomaría majestuosamente, pero esa caída no era solo del oficialismo, sino que tambien se llevaba con ellos a gran parte de la ciudadanía y, por sobre todo, a las y los trabajadores. Y es que las políticas públicas de la derecha solo enriquecían a la elite y empobrecían a la clase trabajadora.

Antes de que comenzara la revuelta popular del 18 de octubre de 2019 y la sociedad civil exigiera cambios transversales, la Central Unitaria de Trabajadores ya ponía el grito al cielo para tener mejoras en las condiciones y derechos básicos de la personas. Por eso que un viernes 9 de agosto la CUT, en conjunto con diversas organizaciones sociales conforman la Mesa de Unidad Social, la cual reúne alrededor de 150 organizaciones y movimientos sociales, llamando de inmediato a una protesta nacional para el 5 de septiembre de ese mismo. Sin embargo, se convocarían unas semanas antes, el 21 de agosto para una Jornada Nacional de Acción Sindical, con el objetivo de combatir las prácticas antisindicales de Piñera

Ya con la revuelta en curso, la CUT no fue ajena al movimiento ciudadano y el 20 de octubre pidió a Piñera que restituyera la institucionalidad democrática y que los militares desplegados volvieran a acuartelarse, ya que había decretado Estado de Emergencia en todo el territorio. Para finales del mes, la Central y la Mesa de Unidad Social convocaban una «Jornada de Protesta Nacional», un Paro Nacional y Huelga General para los días 21, 23 y 34, respectivamente. Sin embargo, lo más significativo, aparte de llamar a detener los proyectos de ley que atentan contra los derechos sociales, económicos y culturales del pueblo, era exigir una Asamblea Constituyente para la redacción de una Nueva Constitución.

El 30 de octubre, la CUT convoca una segunda Huelga General, en la cual participan trabajadores de distintos rubros, como el comercio, la minería, la salud, la banca, la industria, entre otros. En esta actividad, la entonces presidenta de la Central, Bárbara Figueroa, realiza un llamado al Gobierno de Piñera para exigir una Asamblea Constituyente para poder responder las demandas sociales.

Entrando a noviembre, la Mesa de Unidad y la CUT le exigían la renuncia a Piñera por su incapacidad de gobernar, responder a las demandas sociales y por las brutales violaciones a los DDHH. El lunes 11 de ese mes, en el marco de una nueva Jornada de Protesta Nacional, la Central, representadas por alrededor de 250 personas, ingresó e hizo ocupación de los jardines del ex Congreso Nacional (y futura casa de la Convención Constitucional) para, entro otras cosas, rechazar la propuesta de Piñera de realizar un cambio de Constitución vía “Congreso Constituyente”.

El día siguiente, el 12 de noviembre, sería el momento de inflexión de la revuelta popular. La CUT y el Bloque Sindical de Unidad Social hicieron la convocatoria de la Huelga General más importante de las últimas décadas, ya que, según el balance de la Central, adhirieron alrededor de 2 millones, traducido a un 90% de trabajadores del sector público movilizado y el 60% del sector privado. Desde temprana horas de la madrugada que se hizo sentir la paralización en todo Chile. Un año más tarde, el mismo Sebastián Piñera diría que esta Huelga Nacional era el punto clave de las movilizaciones.

Ya el 15 de noviembre, los partidos de Chile Vamos, oficialismo en ese entones, se reunieron con algunos partidos de la oposición para firmar el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”. Al día siguiente, la CUT emite un comunicado público relevando el rol de la movilización social, denunciando la falta de respuesta al “Pliego de los Trabajadores y Trabajadoras de Chile” y exigiendo que se persiga y castigue a los responsables de las violaciones a los DD.HH.

La historia siguiente es la que conocemos y que nos tiene a solo unas semanas de aprobar o no una nueva Constitución, una que venía exigiendo el pueblo chileno, pero por sobre todo, las y los trabajadores de Chile y la Central Unitaria de Trabajadores.

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