Columna de Karen Palma, Secretaría de Salud CUT Chile.
Anterior a la declaración de la pandemia COVID – 19, y las repercusiones que ha tenido en nuestro país, los trabajadores y trabajadoras de la salud, a través de sus diversas organizaciones, demandaban mas insumos y rechazaban la nueva modalidad de financiamiento de los hospitales GRD, sumado a denunciar fuertemente el desmantelamiento de la red de salud pública, el abandono de las diversas instalaciones y de sus trabajadores. Ejemplos como la crisis del Hospital Van burén, Posta Central, las denuncias del COMPIN fueron los que marcaron la ante sala de lo que hoy estamos viviendo y de la posible crisis del sistema.
Por lo cual no podemos mirar la actual crisis pensando solo en el hoy, no reconociendo años de denuncias del mundo social en particular de los trabajadores y trabajadoras de la crisis del sistema sanitario, sumado a que desde el 18 de octubre el problema de la salud lideraba las encuestas, como una premonición bajo el sentido común de un pueblo que entendía que hoy este sistema estaba en crisis y que no resistía mas, para responder a una demanda cada día mayor y más compleja.
En la actualidad cuando nuestro sistema de salud está a prueba, curiosamente surgen como una necesidad imperante todas las demandas instaladas desde la unidad de los trabajadores, en el documento “el nuevo modelo de salud que Chile necesita” y que fue entregado en el ministerio de Salud, parlamentos académicos etc. Este documento habla de conceptos que hoy son urgentes.
La salud debe ser considerada una cuestión de seguridad nacional, debemos volver a tener un sistema que esté basado en la prevención más que en la enfermedad, necesitamos incorporar la educación sanitaria como eje central de un nuevo modelo de salud. Todos estos conceptos hoy se hacen propios de muchos que miraron con cierta indiferencia las demandas del mundo social o que defendieron fuertemente que la salud también podía ser considerada un bien de consumo.
En este contexto es que surge la pregunta, ¿existía desconocimiento de la actual realidad de salud?, ¿de la incapacidad de la red para hacer frente a una pandemia como la que estamos viviendo? O, simplemente de los problemas de articulación del ministerio de Salud frente a una políticas sanitarias. Desde los trabajadores podemos establecer que era predecible lo que hoy ocurre y que existen responsabilidades políticas.
Otra demanda fundamental es la recomposición desde la institucionalidad del equipo de salud, considerando como eje fundamental para cualquier cambio o estrategia sanitaria a los trabajadores y trabajadoras de la salud, sumado a la alta necesidad de generar mejor y mayor especialización, planes de educación integrales y la necesidad imperante de hacerse cargo de un sector que a pesar de su alto valor social demostrado en la actualidad, esta postergado en grandes demandas sociales laborales y económicas.
Hoy es lamentable que la tozudez de un gobierno la esté pagando la población, porque nadie puede decir que no estuvieron todas las necesidades en la mesa, que no hubo propuesta o que no existieron las condiciones para generar cambios reales en salud. Hoy nuestra realidad no es ajena a lo ocurrido en el estallido social, sino mas bien la comprobación empírica de lo que es vivir en una sociedad que todo lo regula el mercado inclusive la vida y la muerte la salud o la enfermedad.
Hablar desde los que están mas expuestos no es fácil, pensar en que podemos tener trabajadores y trabajadoras de salud muertos no solo por causa de la pandemia COVID-19 sino por la negligencia de un Estado y de un Gobierno que no escuchó a tiempo y que solo se jacta en sus discursos del valor de la primera línea de salud , mientras en la práctica la indolencia impera y la exposición por falta de insumos básicos e infraestructura sigue poniendo en riesgo a miles de trabajadores y trabajadoras que por vocación se desempeñan en los sistemas de salud de nuestro país.