Por Eric Campos, secretario general CUT Chile
En los últimos días hemos leído y escuchado distintos relatos, basados muchos de ellos en información falsa, llamando rechazar el nuevo texto constitucional.
Resulta evidente la intensión editorial de los principales medios de comunicación: desinformar, entregar información parcial o simplemente sobre representar a la derecha y su versión “patriota” en los paneles de los programas políticos y de entretención.
Seguramente aconsejados por una agencia comunicacional, han optado por voceros y voceras del espectáculo y el deporte, que levantan las banderas del “sentido común neoliberal” informando – o más bien desinformando – a las personas sobre el proceso constitucional.
Todo esto ocurre en un escenario propicio para la desinformación. Según la última encuesta del Barómetro del Trabajo, publicada esta semana, solo el 23% de las y los participantes indican estar informados sobre la Nueva Constitución.
Qué duda cabe de la coordinación entre los medios, influencers, y los partidos políticos del rechazo, que incluso han dado vida a un manual de comunicaciones por el rechazo que transita en las redes. Y como si eso fuera poco, han impulsado una campaña de redes sociales que ha destinado más de 165 millones de pesos para intervenir en los algoritmos de los usuarios, según lo informado por el medio Interferencia y respaldado por la denuncia interpuesta por la CUT en el Servicio Electoral.
Resulta evidente que esto ha tenido un impacto en favor del rechazo. Lo preocupante para el movimiento social, para los sectores progresistas y de izquierdas y, en particular, para el movimiento sindical, es que ha movido a un sector importante de la Clase Trabajadora en favor del rechazo, trastocando sus intenciones de voto. Así lo indica también el Barómetro del Trabajo: de los votantes probables, un 41% está a favor rechazo y el 38% por el apruebo, lo que indica que será una lucha muy cerrada.
La clase media, con un 38%, y la clase baja, con un 33%, son quienes menos esperanza tienen en el proceso constitucional, para resolver los problemas sociales que, en una proporción importante, generaron el estallido social.
No reconocer el retroceso del apruebo seria miope, pero estamos a tiempo de revertir un eventual triunfo de quienes quieren mantener el orden neoliberal– pinochetista. Las encuestas, como ya es sabido, son fotos de un momento y no pronostican necesariamente los resultados finales.
La situación actual nos obliga a más. Por un lado, deben cesar las declaraciones de ministros y ministras que apuntan a la teoría del desacople de los resultados del plebiscito con la gestión del gobierno. Así como también los autogoles que provienen de partidos “progresistas” que le hacen el juego a la derecha en su estrategia de desdramatizar la opción del rechazo.
Nuestra opción es la unidad más amplia en lo social y en lo político. Estos dos meses que restan deben ocupar la labor de informar, de resolver las legítimas dudas y de persuadir. Esta Constitución nos saca de la oscura noche, que ya lleva 42 años de neoliberalismo, y nos pone en una nueva cancha, abriendo la posibilidad de un país más justo y democrático.